
El niño siempre veía que su madre y sus tías se sentaban al redor de la mesa del comedor y jugaban algo que se llamaba “Bingo”, con unos cartoncitos que tenían números y una bolsita de donde iban sacando redondelitas que también tenían números.
Una decía el número que tenía la redondelita que sacaba de la bolsa y las demás, bien atentas, ponían o no ponían los garbanzos que usaban, alegrándose, enojándose un poco o haciéndose las zonzas. Los garbanzos marcaban el número, si lo tenían, cuando salía…
Todas las tardes era lo mismo, con varias tazas de té y manzanilla, acompañando el rato, que podía durar unas dos horas…
Un día, al sentarse para el almuerzo, al chico se le ocurrió preguntar qué comerían y su madre le respondió: “Garbanzos con arroz”.
Inmediatamente él pensó en los bingos de las tardes, en los garbanzos que estaban en un plato y que eran manoseados una y otra vez por su mamá y las tías…
Cuando le llevaron el plato a la mesa, comió solamente el arroz y dejó los garbanzos…
Imagen: cuantascalorias.org
Debe estar conectado para enviar un comentario.