
En Myanmar, hay golpe de estado.
Es algo que ha sido bastante común en Sud América y que estoy seguro todavía anima a muchos. No es nada raro que sean los militares quienes quieran alzarse TOTALMENTE con el poder, porque la lógica –su “lógica”- les dice que el DUEÑO, o sea ellos, debe serlo de TODO y que eso de compartir es una tontería…; entonces, mexicanizando el asunto: “Jalisco nunca pierde y cuando pierde… ¡Arrebata!”. Eso es precisamente lo que han hecho los militares que llamaré myanmarenses.
Militares de este tipo, se sienten los “dueños” de un país, están convencidos de tener la razón y ven a la población civil como a párvulos que necesitan guía, instrucciones, reglas, castigo y ser “defendidos”, hasta de ellos mismos. No les importa que la ley diga otra cosa.
Parecería raro que en pleno siglo XXI, en este año que también es el 21 del segundo milenio, ocurra algo así, pero es que la ambición de poder del ser humano no ha amainado nada con el tiempo y la muestra fresquita de ello, es esto.
Se barajarán muchísimas razones, pero la “verdadera verdad” es que patear el tablero o golpear la mesa cuando algo no gusta y se está perdiendo, es más común de lo que se cree, porque ser un “perdedor” no viste, no resulta aceptable, no da dinero y hay que ganar, aunque sea a patada limpia, a balazo certero o a prisión sorpresiva e injusta.
Trató de hacerlo el señor Trump, a su manera, en los EEUU, pero se estrelló con la Democracia, primó la razón y fue derrotado, aunque diga, como el general MacArthur, “¡Volveremos!” …
Myanmar está geográficamente lejos, pero lo que sucede, en plena desgracia mundial, producida por el coronavirus, es una nueva clarinada de alerta, acerca de cómo los “dueños” lo quieren TODO, como “piensan” y actúan, porque “a río revuelto, ganancia de pescadores”.
Imagen: foto REUTERS
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