
Era gato, de un color que no podía definir porque, aunque se mirara la pata, llevándosela hasta la cara, la oscuridad le impedía ver bien.
Se sabía gato y como tal lo único que deseaba era comer y dormir.
Pero estaba dormido y lo que Juan estaba teniendo era un sueño. Curioso, porque a él, en realidad, no le gustaban los gatos.
Al despertar se desperezó y miró alrededor… De pronto, oyó un “¡Juan…!” y quiso contestar, pero solamente le salió un maullido.
Imagen: http://www.expertoanimal.com
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