En este caso, creo que a Trump y lo que hizo, como corolario de su desastrosa presidencia en los EEUU, no debe olvidársele, pero tampoco perdonársele.
Es muy fácil decir que está loco, que es un insano mental, cuando lo que verdaderamente, lo que ha demostrado, hasta la saciedad ser, es un incompetente, mediocre, mentiroso. racista y homofóbico individuo que ni siquiera debía haber venido a este mundo. El reportaje de Raúl Tola es del día de ayer, pero su actualidad hace que me permita compartirlo.
¡Nunca más, ni olvido ni perdón para un ser despreciable!
Se llamaba Clara y era una chica alegre, reilona, con amigos de todos los tamaños. A Clara la empezó a enamorar Felipe, que se desvivía primero invitándole caramelos y helados, a salir para ver, juntos, las puestas de sol desde el malecón y más tarde a bailar en alguna discoteca discreta o a tomar un café conversado, mirándola a los ojos.
Detrás de ellos, las amigas cuchicheaban. “Pura envidia”, pensaba ella y a él no le importaba, porque dijeran lo que dijeran, Clara lo prefería a él.
Bueno, eso era lo que pensaba Daniel, porque Clara, alegre y reilona, se aburría con las puestas de sol, los bailecitos lentos y los cafés, durante los que él casi ni hablaba…
Clara empezó a salir menos con Daniel, pretextando excusas, para ir a reuniones bulliciosas y volver al montón de amigos que eran divertidos, gritones y no bailaban lento…
A Clara la enamoró Rubén, de cara ovalada y pelo largo; ella aprovechó de un viaje de Daniel para “estar” con Rubén y decidió casarse. Mientras tanto, las cartas de Daniel quedaban sin respuesta y el viaje de trabajo, se convirtió en trabajo y en otro país, pero sin viaje de regreso a la vista.
Mientras tanto, a los cuchicheos se unieron unas muy mal disimuladas risas y a Clara no le importó porque – era pura envidia, estaba segura- ella había conseguido al pelucón más guapo, bailarín y divertido de las juergas.
Clara y Rubén se casaron y después de la boda, durante los saludos, una chica la abrazó y le dijo al oído: “Clara, ahora que estás casada, nunca uses la partícula de, antes del apellido de Rubén…”. Clara la miró inquisitiva y susurró la amiga: “Por si aún no lo sabes, a Daniel le dicen huevo y eso, amiga, no conviene a tu nombre…” y se fue, conteniendo la risa donde el grupo de chicas que la estaba esperando.
Escritora, redactora y editora del lado infra literario opuesto a la revistilla del montón* - palabras de René Wellek y Austin Warren en su obra " Sobre la Teoría Literaria". Editora en el sitio Masticadores Sur
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