La fotografía, tomada por Alicia María, no tiene ningún retoque, no ha sido manipulada, “photoshopeada” ni se han utilizado filtros físicos o electrónicos. Es una “instantánea de celular” pura y dura. Aclaro esto porque en una época donde el manoseo o “embellecimiento” de las imágenes es la norma para decir “¡Qué gran fotógrafo soy!”, esta captura de un instante me parece hermosa, curiosa, “posteable” y por lo tanto, compartible.
Chimi, el gato, que ha crecido mucho, transformándose de una ser pelusa negra a la miniatura de una pantera con el pelaje lustroso; juguetona, movediza y terca, estaba aposentada, como solamente un gato suele estarlo, en el sillón tapizado con tela amarilla, de la sala. Miró a la “fotógrafa”, que estaba revisando su teléfono celular y esta, sin opción siquiera de oprimir botón del flash, la enfocó e hizo “¡Click!”, un milisegundo antes de que Chimi saltara al suelo.
Buscó la toma y ahí estaba el gato, mirando a la lente de la cámara del teléfono celular, con los ojos exactamente del mismo color que el tapiz del sillón.
Ahora, mientras escribía esto, me levanté un instante porque tocaban el timbre y al volver… ¡la silla estaba ocupada! Por supuesto por Chimi, que parecía adivinar que contaba sus secretos, o iba a divulgar “su” momento y no quería que siguiera… Costó que se bajara, para yo poder retomar el hilo de este post.
Hay quien tiene música al andar y su melodía invita a bailar…
AC
Cuandoellapasaba por la calle, todos la seguían con la mirada mientras se alejaba y los piropos volaban de una vereda a otra como palomas.
Entre los que la veían pasar por esa calle, a diario y casi a la misma hora, había un músico, que, puntual, se asomaba a la ventana y había encontrado una sola palabra que le brotó en la mente la primera vez que la vio, caminando calle arriba, con su falda floreada: cadencia.
Cundo hay muchas cosas juntas, a veces es más difícil encontrar alguna; nuestros ojos son menos cuando hay demasiado que ver…
AC
Allí se podía encontrar de todo: desde tornillos, hasta cuadros de grandes maestros de la pintura renacentista (en “oleografías”, por supuesto); desde televisores modernísimos hasta antiguas lámparas de Aladino, “confirmadas”, cada una, como reales y exclusivas.
En los vericuetos atestados de mirones, compradores y ladrones, se exhibía todo imaginable y aquello que la imaginación no alcanzaba ni siquiera a imaginar; allí, caminaba, como uno más, confundido entre el gentío multicolor, buscando lo que no había encontrado nunca a pesar de su empeño, y como este mercado se renovaba siempre, volvía cada tanto para buscar a su alma gemela.
Le asombraba que la corriente fuera eléctrica, alterna, continua, marina, del río y suponía que por eso era tan corriente, tan común, aunque claro, la eléctrica era peligrosa y había que andarse con cuidado porque daba sacudones y podía matar, lo mismo que si a uno lo agarraba nadando la corriente de agua que recorre el mar, que traicionera, lo alejaba de la playa y sin más se lo tragaba; o si a un imprudente se lo llevaba la corriente del río, porque iba a terminar igual que los perros, que hinchados, flotaban aguas abajo.
Resultaba que no era tan corriente la corriente; corriente, sí, pero peligrosa.
No sé qué haríamos si no existiera la tilde, llamada también acento (o viceversa), esa rayita que se pone sobre una letra y le da fuerza en la pronunciación; claro que existen el acento ortográfico (es el de la rayita) y el prosódico (la prosodia es todo un tema), que se usa al hablar (no es ninguna rayita gráfica), y que le da valor, tono (acentúa, pues), a una sílaba determinada. Como ejemplo pongamos la palabra RELOJ, donde la fuerza o acento prosódico está en la sílaba LOJ.
Este asunto del acento es un poco más complejo, pero creo que con saber cómo se llama esa rayita que adorna alguna letra en diversas palabras castellanas, y saber también que a veces no hay rayita, pero al hablar se le da fuerza a una sílaba, creo ue basta por ahora.
Escritora, redactora y editora del lado infra literario opuesto a la revistilla del montón* - palabras de René Wellek y Austin Warren en su obra " Sobre la Teoría Literaria". Editora en el sitio Masticadores Sur
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