
Vaciar la bacinica por la ventana que daba a la calle era una costumbre mañanera, pero gritar “¡Agua va!” antes de hacerlo, era imperativo para evitar situaciones incómodas con algún transeúnte…
Un día, Genoveva, la criada, olvidó avisar antes de echar con fuerza por la ventana el contenido del “vaso de noche” y mojó con un verdadero chubasco de orina maloliente, a nada menos que un abogado, que presuroso iba al juzgado cercano para defender una causa…
La inesperada, violenta y olorosa lluvia, no solamente mojó al abogado y a sus legajos, sino que sirvió para ganarle notoriedad al personaje, con un apodo que, aunque él se negara a reconocer siempre, sirvió para llamarlo así desde entonces, porque el suceso corrió rápidamente en una ciudad amante de las habladurías, el chisme y las historias divertidas como Lima; pasó a ser “El Orinadito”, bueno, “El doctor Orinadito”.
“Felizmente, el contenido fue únicamente líquido”, decían con malicia…
Imagen: http://www.platanativa.com
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