MOSCAS


Mi nieta esta desayunando y veo, desde el sillón donde estoy sentado, escribiendo en el celular, que hace gestos y me dice: «Abuelo, una mosca…!» No le doy mucha importancia y le respondo que debe haber entrado por la ventana que está abierta…

Un instante después me avisa que se ha parado sobre la servilleta y entonces Miranda agita las manos para espantarla, luego viene con su tazón de yogur y cereal al sillón contiguo al mío, para así quedar fuera de la insistencia tozuda de la mosca…

«Una mosca mañanera» pienso y me doy cuenta que hasta ayer no las había visto y hoy pareciera que han enviado a un explorador para que estudie el terreno y averigüe si el olorcito ese (que nosotros casi ni percibimos) es de algo comestible como parece y si no hay moros en la costa…

No hay rastros de la mosca, que parece haber cumplido su misión y ha llevado volando la respuesta; entonces me levanto y cierro la ventana, pensando que tal vez vengan siguiendo el reporte de avanzada y se encuentren con un vidrio que no las deja entrar, aunque parezca que no existe…

Es curioso, pero ellas vuelan en libertad y tratan de meterse a la casa, mientras nosotros queremos la libertad que tienen y que ejercen volando, aunque sólo volemos con la imaginación…

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