La historia que voy a contar y me contó alguien a quien también alguien se la contó, es una historia pequeñita, con h minúscula y no sé si será verdad o será puro cuento.
Dicen que en la edad media, en un pueblo español, vivía un zapatero que estaba muy orgulloso del calzado que hacía… El rey – porque en esta historia hay uno- en su ruta de visitas, un día apareció inopinadamente en el pueblo, congregó a la gente en la plaza y después de las proclamas recitadas de viva voz por el funcionario encargado, el monarca se puso a escuchar, graciosamente, los pedidos de los pobladores.
El zapatero había llevado con él en una bolsa de tela, su mejor par de zapatos y se los entregó al rey como obsequio; nada más verlos al abrir la bolsa y sacarlos, el rey sonrió y le dijo al zapatero: “¡Gracias, buen hombre…! ¡Son estupendos y en retribución a tu gentileza te concederé lo que quieras! Solamente tienes que pedirlo…”
El zapatero dudó un momento, se puso serio, pensó y sonrió diciendo: “Mi señor, quisiera algo que nadie tiene y es poder construir en un terrenito que tengo, una torre que sea más alta que la torre de la iglesia y poder vivir allí, con vuestro permiso…”
En la época medieval, ninguna construcción podía sobrepasar en tamaño a la torre de una iglesia, pues esta era la casa de Dios y por lo tanto el punto más elevado y cercano al cielo…; el rey miró al zapatero, paseó la mirada por la gente que en silencio esperaba lo que sería una negativa real y dijo:”¡Sea! Nos te concedemos levantar tu torre, más alta que la de la iglesia y vivir en ella…”
Así, el zapatero que era conocido por todos por su apellido, que era Gómez, pasó a ser desde entonces Gómez, el de la torre.
Cuentan los que cuentan cuentos, llamados historias, que este es el origen del apellido Gómez de la Torre. El apellido de mi madre y mi segundo apellido.
Si lo narrado no es verdad, merecería serlo…
Imagen: fr.depositphotos.com
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