Se llamaba Artemio, estudiaba arte, su padre era artesano y no se sabía bien si las coincidencias eran buscadas o el azar había intervenido.
Artemisa, la diosa, sonrió y volvió a sacar una flecha de su carcaj, para dispararla y hacer blanco en uno de esos hombres que se desconcertaban tanto con lo que para ella era deporte y diversión.
Imagen: http://www.elikafestas.com.br
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