Era grande, muy grande, comía hierba y por su tamaño parecía no tener enemigos; Diplodocus no sabía que millones de años después se llamaría así. En realidad se contentaba con ser, barrer el suelo con su inmensa cola y elevar en busca de comida el cuello interminable.
Era grande, muy grande y ya no está, como no están los que vivieron cuando el mundo, este mundo, presumía de joven; hoy la Tierra está vieja y llena de enemigos: de esa especie pensante, el hombre, que dejó de pensar hace algún tiempo y destruye su casa, la única que tiene.
Imagen: http://www.elartedevivir.com.co
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