De muy niño “quería todo el oro del mundo” y vendía caramelos para conseguirlo; creció y se dio cuenta que el papel valía en este mundo más que el oro y cuando pudo se empleó en un banco.
En el banco aprendió que un solo papel podía valer por millones de papeles y cambió el banco por la bolsa.
En la bolsa pasaron por sus manos cientos de papeles que valían muchos de los otros papeles que valían más que el oro y empezó a comprarlos.
Cuando cayó la bolsa no solamente perdió el empleo sino la cordura y se le ocurrió que el fuego podía transmutar el papel en oro.
Lo que obtuvo obviamente fueron cenizas, que fue en lo que se convirtieron sus sueños de niño, pero sigue esperando que las cenizas se conviertan en oro y las guarda en una caja, bajo la cama que ocupa en el manicomio.
Imagen: http://www.sanandolatierra.org
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