Jorge y Antonio eran compañeros de clase en el colegio; Jorge tenía bicicleta y Antonio patines; ingresaron juntos a la universidad y a Jorge le regalaron un carro sus papás con el que recogía a Antonio para que no se fuera en micro; con el tiempo Antonio, que no tenía hermanos ni hermanas, heredó a una tía millonaria cuyo solo engreimiento fue regalarle “al Toño” sus primeras y únicas ruedas: el par de patines.
Con la plata, Antonio fundó una compañía de transportes múltiples que tenía camiones de carga, ómnibus y taxis; puso a disposición de Jorge un taxi con chofer para su uso exclusivo y le dijo, con tono de reproche algo que tenía guardado desde hacía mucho cuando Jorge sonreía entre incrédulo y agradecido: “Y eso que no me quisiste jalar nunca con tu bicicleta para que yo patinara…” y sonrió.
“Nunca” es una palabra que supone eternidad: Jorge dejó de sonreir, lo miró, se dio media vuelta y no volvieron a verse nunca.
Imagen: http://www.imagui.com
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