Se apellidaban Bastante y él aprendió a bromear con su apellido para evitar las puyas escolares: “No somos muchos pero somos Bastante…” decía, o “Soy Bastante mejor que todos ustedes…”.
Pedro Bastante se casó y a su primera hija la bautizó como Susana pero le dijeron siempre Su, porque Su Bastante les parecía gracioso, pero nunca pensaron que a partir de los quince años se vendería al mejor postor…
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