No tengo que levantarme temprano, ni tengo que ir al colegio, a la universidad o al trabajo; no tengo que salir a un tráfico mañanero enloquecido, ni tengo alguna reunión urgente, importante o de las otras; no tengo que almorzar con alguien que se apura porque tiene una cita; en la tarde no tengo nada qué hacer específicamente sino esperar la noche.
No tengo nada qué hacer y así pasan los días, las semanas, los meses y los años: siempre quise saber cómo era no tener nada qué hacer, pero francamente eso de estar muerto, aburre un poco.
Imagen: http://www.panoramio.com
Debe estar conectado para enviar un comentario.