Cuidaba ovejas y las llevaba a pastar en la bajadita donde la hierba verde poco a poco desaparecía dejando espacios de color tierra, hasta que las lluvias de agosto devolvieran esa vida que alimentaba vidas que alimentarían otras vidas después de muertas, pero ese final no alcanzaba a imaginárselo cuando venían a comprarle las ovejas más gordas y le daban el dinero con el que compraba la comida para sus hijos, que nunca comían las ovejas.
Imagen: http://www.diariocordoba.com
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