Repetía la frasecita “hasta las calendas griegas” siempre, sintiéndose importante; pero decía caléndulas en lugar de calendas y si también hubiera conocido la palabra, tal vez habría dicho calandrias.
Su excusa cuando le corrigieron fue que no sabía griego, pero resultó que tampoco conocía las flores: hablaba por hablar nomás.
Imagen: http://www.plantasparacurar.com
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