Las desgracias se presentaban una tras otra: se salía el río arrasando las casas, la tierra temblaba haciendo caer vigas, paredes y provocando pánico; había nacido una gallina negra que no tenía patas y el alcalde se fugó con la plata que había para festejos.
Era un pueblo maldito y nadie había reparado en la vieja que vivía sola cerca del camino que subía a la sierra y que cocinaba venganzas, porque a su único hijo lo habían acusado de ladrón y matado a pedradas en mitad de la plaza.
Era un pueblo maldito.
Imagen: cronicasmundosocultos.blogspot.com