Era el payaso del salón; sus bromas eran pesadas para con sus compañeros y las hacía menos densas para los profesores: todo lo tomaba a la chacota y tenía un repertorio de muecas –que él creía aplicar graciosamente- y aparecían en los momentos menos adecuados.
Le reconvinieron, lo castigaron y poco a poco sus compañeros, cansados de ser fuente de burlas, no solo dejaron de reírse y festejar sino que lo apartaron, aplicándole la “ley del hielo”.
Un día, castigado y sin amigos-admiradores intentó hacer la broma que él creía definitiva: en un recreo, usó su carpeta como letrina y escribió en la pizarra: “disculpen, no abía papel hijiénico”.
Lo botaron del colegio por pésima ortografía.
Imagen: http://www.youtube.com
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