Era un berenjenal, un lío, un verdadero desmadre.
La marcha había engrosado filas que al principio iban ordenadas por las calles hasta que convertirse en una marea humana que avanzaba incontenible, a la carrera, entre el humo de las bombas lacrimógenas, las arengas gritadas, los gritos que arengaban y el “tac–tac, tac, tac–tac–tac” de los disparos.
Detrás de los vidrios de una ventana del segundo piso, el hombre miraba mientras en el tocadiscos giraba la 9ª. Sinfonía de Beethoven con música que no opacaba el ruido; la bala disparada por nunca se supo quién, apagó la mirada, mientras el coro y la orquesta interpretaban el Himno a la alegría.
Imagen: http://www.infobae.com
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