Caminaba con la cabeza baja y sumido en sus pensamientos; tanta era su distracción que no vio el poste de luz y chocó con él, reaccionando, pensó que tal vez habría cosas peores y que en el fondo valía más que se diera cuenta.
Era de día y la luz del poste estaba apagada, pero la realidad funcionó como luz: en verdad fue como un fogonazo brillante que no duró nada pero lo iluminó para comprender que si seguía distraído lo iban a atropellar cruzando la avenida y francamente prefería ser alguien vivo, con problemas, que un pedazo de carne cubierto con periódicos.
Imagen: www. tropezón.cl
Aleluya!!!!! Se salvó de tu pluma. Abrazos y feliz jueves.
Hay quienes sobreviven…sonriendo: yo soy uno de ellos. ¡Buen jueves! 🙂
La vida está llena de postes; algunos más visibles que otros y, con la prisa que llevamos o por cargar una mochila con demasiados problemas, muchas veces no alcanzamos a ver, hasta que ya hemos sentido el tremendo encontrón. ¡Me gustó el micro, Manolo! ¡Gracias!
¡Un abrazo!
Buena deducción profe. Un abrazo y Perú con odebrech y por acá todo silencio…
¡Gracias a ti por leer y comentar…! ¡Qué bueno que te gustara y que sirviera para reflexionar! ¡Buen jueves, un abrazo! 🙂 🙂
Odebrecht es uno pero los temas se amontonan… Se que «es mal de muchos» y «consuelo de tontos», pero todo está así: los delincuentes parece que van ganando batallas…¡demasiadas! 😦
Yo sufrí un percance parecido por ir entretenido con mi celular.
Lamentablemente sucede, aquí uno se cayó a una laguna en un parque…. 😦