El sol calentaba calles, edificios y cabezas; era la hora en que el calor llegaba a su punto máximo, cuando hasta la ropa fastidiaba y los perros buscaban cualquier sombra para protegerse.
Él avanzó unos pasos, dudó, miró hacia arriba, al cielo y la luz le hirió los ojos, haciendo que los cerrara; decidió que sería por el fuego y que esa noche ella sentiría el mismo calor de ese mediodía asfixiante.
Imagen: http://www.surfosmagazine.com
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