Ponía cara de sorpresa, por ejemplo, o como él decía su “cara número diez”, porque estaba seguro de poder expresar sus emociones de modo tal que independientemente de lo que estuviera pensando, demostraba lo que quisiera.
Todo se fue al tacho de basura cuando le anunciaron que lo habían “jalado” en el examen de ingreso y se puso a llorar delante de los que no serían sus compañeros.
Imagen: http://www.rtve.es
Si. Eso nos pasa cuando la realidad realmente nos afecta.
…y tratamos de que no se note…
y pensar que hay tantas veces que mi propia mente me juega una pasada y expreso (sin quererlo) lo que siento
«Tener cara de piedra», a menos que uno la tenga por sufrir parálisis facial… 🙂
Jajajajaj entonces no quedaría otra que poner siempre la misma cara, aunque sería feo
Digamos que es una ventaja de la parálisis facial… ¡alguna ventaja habría de tener! 🙂 🙂
👏👏👏👏👏
😉 😉 🙂 🙂