En la parte de atrás de esta antigua fotografía en la que está mi abuela y mis bisabuelos por parte de padre, reparo que el nombre de ella está como María Antonieta y no Antonia (como yo creí que se llamaba) y ayer puse en mi post “La Cajita”; sin embargo estoy casi seguro que le decían Antonia y así lo supe siempre, tal vez para diferenciarla de mi madre que se llamaba también María Antonieta, pero a la que siempre le dijeron “Tony”.
La información está escrita con la letra de mi padre y se nota que está hecha cuando siendo él ya mayor, porque ha usado un “plumón” o marcador fino para ello y esos instrumentos de escritura aparecieron cuando yo tenía varios años ya; quizá parezca rara la mención y poco relevantes los detalles, pero es que los recuerdos son así: el uno trae al otro y de pronto nos encontramos hurgando entre los tesoros del pasado.
Por ejemplo, veo a mi padre con su camisa blanca, se ha quitado la corbata y está en el sillón verde reclinable, descansando de un día de dictado de clases en la UNI (Universidad Nacional de Ingeniería), poco antes de cenar; tiene el diario sobre las piernas, el televisor en blanco y negro sintoniza el noticiero de la noche y Raúl Ferro Colton pasa revista a los sucesos recientes; en el bolsillo de la camisa de mi padre está asomando ese “plumón” azul que junto con su pequeña regla de cálculo alemana, “K & E” enfundada en cuero, lleva a todas partes.
Esa, como todas las noches, cenaremos los tres y al café, que mi madre no toma, sustituyéndolo por una infusión de manzanilla sin azúcar, contaremos historias, tal vez emerja un álbum de fotografías y el tiempo pasará recordando y mi padre mirará a los ojos de mi madre y en ese encuentro mudo se dirán muchas cosas bonitas, que no está bien que escuche porque no tengo edad y seguro no las voy a entender…
Sin embargo, la foto, motivo de este post, que provoca a la mente recordar, soñar, perderse en tiempos idos, es testimonio gráfico de una época y fue tomada en el Cusco: allí posan para la eternidad mis bisabuelos, Enrique Fidel del Solar y Mercedes Garmendia junto con mi abuela, María Antonieta del Solar y Garmendia (lo escribió mi padre en el reverso de la foto) y debe ser a fines de 1890, porque mi abuela no está todavía casada (mi padre nació en 1903) y tal vez sea una fotografía que retrate a los tres juntos algo antes del matrimonio de su única hija…
Fotografía: Circa 1890. Fidel Enrique, Mercedes y María Antonieta (Antonia) del Solar – Garmendia. Cusco, Perú.
Vaya memoria, siglo XIX y no va con ironía 👍
Es increíble lo que puede gatillar la memoria…. 🙂 🙂
La mía suele dar gatillazos 😂😂😂
A cada gatillada, le corresponde un disparo, una bala y dar en el blanco…. 🙂 🙂 🙂
Pues las mías, de memoria, la pólvora tienen mojada. 😂😂
Sería bueno ponerla al sol… 🙂 🙂
Desde hace no sé cuantos años compro «El País Dominical» por el placer de leer el artículo de Juan José Millas comentando la fotografía que inserta en la parte superior de la página. Esas instantáneas te cuentan toda una vida, a veces muchas. Tu «Antonio o tu Antonieta», con tus bisabuelos vestidos de negro, como corresponde a una pareja de la época sobre cuyos hombros ya recaen responsabilidades familiares (y quizás, algún luto cercano); la hija, idéntica a la madre, vestida de un blanco que acredita su juventud y su soltería; y el pater familias, digno y elegante, con ese brazo napoleónico que establece su importancia en el núcleo familiar y que, sin embargo, cede el primer plano de la fotografía a la esposa, es… pues, eso, una preciosidad. Me ha gustado mucho, Manolo.
Y he cambiado el nombre de tu abuela: ¡pero que cruz tengo con esta cabeza mía!!
¡Qué bueno que te gustara! Es verdad, cada fotografía «habla» si la sabemos interpretar: cuenta historias y permite que le inventemos una.
Te cuento que tengo muchas fotos antiguas en álbumes, en cajas y hasta negativos que son en realidad vidrios… ¡Siempre faltará vida para relatar tanto…! Abrazo grande. 🙂 🙂
Ella no se dará cuenta…. 🙂 🙂
Así sucede, una cosa te lleva a otra. los recuerdos son como los clips que se ensartan uno con otro, el problema viene, cuando se rompe la cadena. Excelente foto, y más si tomamos en cuenta la época. Ya ves manolo, los plumones no nada más sirven para señalar. Abrazo mi buen
Los clips que se encadenan son recuerdos, pero también un clip suelto se sujeta a la memoria… ¡Buen sábado, abrazo! 🙂
¡Qué recuerdos!, a ver si nuestros bisnietos podrán ver las fotos que ahora tomamos con el celular, pero esas fotos del Siglo XIX aún perduran. Yo tengo fotos de la boda de mi abuela, ya en el siglo XX, pero también de tiempos pasados.
Buen post.
Abrazo de luz
¡Gracias! Las fotografías antiguas, además de encanto y recuerdos, guardan la memoria de una época en que hacer las cosas no era tan fácil como hoy; es otro mundo… ¡Abrazo! 🙂 🙂
The name Antonia reminds me of a 1918 novel by famed American author Willa Cather titled MY ANTONIA — Antonia being the daughter of Bohemian parents who settled in Nebraska in pioneer times. Apparently «Antonia» was a popular girl’s name ina number of countries in those days.
I love your remembrances as you look at this photo. The nostalgia is beautiful.
It´s very curious and coincident, that Antonia is very popular in names, btoth in english & spanish… Thanks for your reading & comment…! 🙂