Día: 15 de febrero de 2018
…Y LOS SABIOS, SABIOS SON.
“De sabios es no vivir egoístamente como si todo empezase y acabase en nosotros”
-Reproducido del blog de de pippobunorrotri («El hombre que le susurra a los sentimientos»)-
LA CAJITA.
Pequeña, antigua, indudablemente fina, con quién sabe cuántos años, hecha de madera delgada, forrada por fuera con lo que parecía cuero de color guinda que mostraba arañazos de uso, y las iniciales “A. S” grabadas en la tapa; le di vueltas y curioso, imaginé…
Las iniciales “A.S” grabadas en la parte de afuera podrían corresponder a las de mi abuela paterna, Antonia del Solar, porque no sé si ella exactamente, pero sí su familia, había vivido en París, donde se fuera a radicar dejando el Cuzco y la hacienda inmensa cuya “capital” era lo que hoy es el pueblo de Lucre; estas son cavilaciones mías, hechas uniendo lo que mi padre me contaba, porque ciertamente la cajita no tenía más señas ni conozco su historia pasada; solo sé que la tenía mi hermana mayor, Teresa o Teté como le decíamos todos – sus hijos incluidos (con ese arequipeñísimo “la” antecediendo al nombre)- que falleció a los ochenta y cinco años, unos días antes de cumplir uno más hace solo unos meses.
Teté ya casi no salía, comía casi nada, era divertida, amable, aguda y caprichosa; mi hermana era de esas personas que uno encuentra una sola vez en la vida…
La cajita –porque de eso se trata esta historia- llegó a mis manos porque mi sobrina, que se encargó dolorosamente de ordenar todo lo que Teté tenía en casa, para repartir entre sus dos hermanos y ella misma los recuerdos de toda una vida, donar libros, muebles, electrodomésticos y menaje; la casa, por decisión de los tres hijos se cerraría para después venderse.
Teresa María, mi sobrina, me trajo de recuerdo la cajita y al abrirla, encontré que tenía dentro una fotografía tamaño “carnet” en blanco y negro de Teté…; luego de la sorpresa que me llenó de recuerdos que se agolpaban rápidos, vi que la tapa estaba forrada por una especie de seda guinda con las palabras “Ch. FONTANA & Cie. PALAIS ROYAL 96 a 98 PARIS” impresas en dorado y en la parte inferior con terciopelo, ligeramente levantado que tenía cuatro ranuras, para exhibir el contenido que habría sido un juego de tres joyas: anillo, aro y un par de aretes…
Guardo celosamente la cajita que en alguna época contuvo un juego de joyas que mi hermana heredó de nuestra abuela Antonia y que ahora guarda para siempre una joya mayor: el retrato de Teté.
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