
Tenía como tarea sacar a pasear al perro todas las mañanas, hiciera buen tiempo o lloviera, llevándolo con la correa; un día “Tamakún” aprovechó que alguien había dejado abierta la puerta de la casa y salió a la calle para no volver.
Extrañaba al perro, pero no el levantarse temprano para los paseos mañaneros; le pareció una buena idea llevar al abuelo a dar un paseo diario: sería por las tardes y no necesitaría la correa.
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