“¡Ángel…, Ángeel…, Ángeeeeeellll….!”
Los niños llamaban desparramados por el parque, a su amiguito que se había escondido: “¡Ángeeeeeellll….!”.
De pronto, un joven se acercó al grupo y preguntó: “¿Me llamaban?”; fue en el momento justo que una niña descubría al amigo que trataba de ocultarse detrás de un árbol: “¡Aquí estáááá…!”
El joven miró a los niños, acomodó su aureola y diciendo “Perdonen, es un error”, desapareció, convirtiéndose en nube.
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