EL PISAPAPELES.

Tengo en mi mesa de trabajo un antiguo pisapapeles que es un trozo de mármol, que en la contracara tiene, gastado ya por el tiempo, un trozo de felpa verde.

 

Es un obsequio que le hicieron a mi padre, luego de dar una conferencia en la “Academia de Guerra Aérea del Perú”. Tiene el escudo de la Academia y una plaquita de reconocimiento que dice: “Al Ing. E. Echegaray del Solar, 1950”, ambos en bronce.

 

Todavía recuerdo que mi padre lo tenía sobre su escritorio, impidiendo que el viento se llevara recibos y papeles y yo lo tengo aquí, a mi lado, sin sujetar nada sino el tiempo,  cumpliendo la misión de tener presentes sus preocupaciones.

 

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EL TIEMPERO.

Se afanaba por terminar todo lo que hacía rápidamente para tener más tiempo.

 

“¿Tiempo para qué?” le preguntaron; “Tiempo para mí”, respondió.

 

“¿Qué haces con tu tiempo?” le dijeron; “Lo que me da la gana” contestó malcriadamente y sacó una cajita que tenía y llevaba a todas partes, para guardar el tiempo.

LA CURIOSIDAD MATÓ AL GATO.

Le llamaba la atención el botoncito rojo que estaba en la consola entre teclas negras y comandos de subir y bajar;

Nunca se había atrevido a tocar nada y le habían pedido que no limpiara la consola.

 

El día que no pudo resistir más y apretó el botón rojo, primero se apagaron las luces y lo último que sintió fue el miedo a la oscuridad.

ESPERANZA.

En la ciudad la lluvia lo mojaba todo y lo único verdaderamente seco era su esperanza.

TRISTE.

 

Todo apuntaba hacia abajo: los ojos y la comisura de la boca la daban un aspecto siempre triste.

 

Tal vez por eso la gran boca sonriente y el detalle de los ojos pintados eran la manera callada de transmitir alegría del payaso.

PIERCE MIRANDO A CÁMARA.