
El incendio de ayer (y que parece que a estas horas de hoy -7.00 am- sigue activo) que empezó en las Galerías Nicolini de la zona de Las Malvinas es algo sencillamente dantesco.
En Lima, en los últimos días se han producido muchos incendios, lo que parece haber sido bastante menos frecuente antes; los diferentes cuerpos de bomberos voluntarios y la policía han trabajado incansablemente en diversos puntos de nuestra capital.
Desde fábricas que usan insumos altamente inflamables pasando por edificios de vivienda hasta almacenes oficiales, prácticamente cada día desde hace poco tiempo, los sucesos son cubiertos por noticieros y forman parte de la tragedia diaria que relata la prensa. Son seis o siete los incendios ocurridos en un breve lapso y distintos lugares los que se contabilizan.
Personalmente me parece por lo menos curioso que esto pase a la par que un fenómeno en el que la política aparece enredada como nunca: se interpela y censura ministros, se amenaza con incluir a otros, alguien habla de “motivos para la vacancia presidencial”, las grabaciones delincuenciales de conversaciones que se pensaba eran privadas, han llegado hasta las esferas oficiales más altas y de ahí son filtradas intencionadamente a los medios…
Se busca la paja en el ojo ajeno y no se advierten las vigas que sobresalen del propio; todo parece estar patas arriba con grietas en construcciones nuevas, silencios que hablan solos, con mujeres a las que su pareja quema hasta matar, con delincuencia suelta, con jueces “que no encuentran pruebas” aunque las pruebas canten…
Otra vez me pregunto: ¿Todo esto es normal? ¿Es que así es el Perú?
¿A quién convienen el desorden, el crimen y los muchos incendios? ¿A quién conviene que todo esto suceda en poquísimo tiempo?
Sin creer en teorías de la conspiración, lo que está sucediendo es muy raro: Me parece que hay una mano oscura y risas en silencio.


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