Hace dos años más o menos, escribí este texto. Ahora lo vuelvo a compartir, porque parece que la “magia” sigue.
Me ha sucedido varias veces, con diferentes productos: al mirar los componentes, leo “AQUA”. Supuse, como creo que la mayoría, que se trataba de un error de escritura. Esto fue con el primer producto, pero cuando vi repetido el término en otros, pensé que era un modo “sofisticado” de llamar a algo tan simple y desprovisto de magia como el AGUA. Y claro, si uno se pone a pensar, el componente líquido ese, debería serlo.
Tal vez ACQUA, que es agua en italiano suena mejor que el agua. Pero no, la “c” no existía y entonces se me prendió el foquito: AQUA es AGUA… ¡en latín!
Definitivamente una manera sofisticada de nombrar eso que cuando uno abre cualquier caño, sale.
Debe ser porque al consumidor no se le puede decir “así nomás” que lo que compra tiene agua si entre otros insumos contiene Sodiumlaureth sulfate y Guar hydroxipropyltrimonium, más otros con nombres complicados, difíciles de leer y pronunciar.
Poner AGUA solamente, no tiene ningún “glamour”.
¿Será que los ingredientes están en idioma inglés? En ese caso debería ponerse WATER. O sea que hay en las etiquetas de ciertos productos un plurilingüismo curioso y una sofisticada inventiva de palabras que transforma el agua en algo casi mágico. ¿No será, digo, que hay una nomenclatura química detrás?
Tal vez sea huachafería monda y lironda nada más.
El agua es mágica… es vida, independiente que le intenten subir el perfil, que no lo necesita. El cambio de nombres, es el marketing de moda y ni el agua se salva.
Dicen que «la moda no incomoda», pero a veces es boba… ¡H20 para todos! 🙂 🙂