Le habían prometido que era el “no va más”, que alumbraría su camino poseyéndolo; era en realidad una especie de talismán que lo llevaría más allá de los sueños. Costaba una bicoca y estaba perfectamente a su alcance.
Fue secretamente hasta el quiosco y lo pidió, bajito, a don Humberto, poniendo dos monedas sobre los periódicos de la mañana, doblados con cuidado para que se los llevaran los clientes.
Era un envoltorio pequeño, negro, con un rayo amarillo y no abultaba nada; lo abrió con cuidado, rasgando el papel por un costado y dejó caer el SUPERDUPER sobre la palma de su mano: era un sencillo fósforo. Miró de nuevo el envoltorio de papel y leyó claramente: “¡Te alumbrará el camino!”
Guardó el fósforo pensando que lo habían estafado y por si acaso se pusiera en camino.
El Poder de comprar esperanza, aunque venga en sobre, en la camiseta con que alíentas a tu equipo deportivo o en la cábala de turno. Todos hemos hecho magia, alguna vez y con empeño, podríamos repetirla. Lindo relato, Manolo! Un abrazo.
Tienes toda la razón: la magia alimenta la esperanza y en el fondo, la esperanza es lo único que nos mantiene vivos. ¡Gracias! 🙂