Mi padre, cuando era soltero
(me contaba mi madre)
usaba en la solapa un pequeño esqueleto
que después nunca vi.
Lo usaba, siempre según mi madre,
porque de chico un médico
le dijo que tenía
el corazón muy grande;
que eso era malo y
podía morirse.
Entonces, como recordatorio,
se prendió en la solapa
la imagen de la muerte.
Vuelvo y repito
que yo no vi tal cosa;
al contrario: la risa
de mi padre era lo más lejano
a morirse que jamás existió .
Yo creo –ahora estoy seguro-
que al buen Manuel Enrique
le enseñó su Tony
a reír de la muerte,
Sonriendo se fue
hace muchas mañanas
a esperar que ella, mi madre,
lo acompañe
para seguir riendo
de la muerte,
porque estaban juntos
al final,
en la Vida por siempre.
2.5.2016.
Es bonito eso de estar juntos hasta el final. Buenos días Manolo.
¡Buen y hermoso día!
Claro que sí; aunque mi padre se fue unos años antes, mi madre lo alcanzó y se están riendo de lo lindo, como siempre. 🙂
«Porque estaban juntos, al final, en la vida por siempre».
Sello de oro para un hermosísimo poema. Un abrazo desde Cuba.
Buena idea la de tu padre. Deberíamos andar tod@s con la muerte en la solapa, para no olvidar que somos simples mortales.
Hermoso el recuerdo al corazón grande!
Con tu permiso, voy a unir a un pequeño relato tuyo sobre las fotografías a uno mío, para que los que nos siguen, sepan de otros tiempos.
Pronto lo subo.
Abrazos montevideanos.
¡Gracias!
Cuba la bella. La de los sueños, la vista a través de libros y fotos. La pensada.
¡Abrazos peruanos!
🙂
Él siempre lo pensó y sabía que el Viaje Definitivo le abriría una nueva e inacabable Vida. 🙂
¡Gracias!
Lo del «corazón grande» además de una metáfora, que es muy cierta, era su condición médica. Mi padre, que había nacido en el Cusco (que queda en altura) nació con algo que parece ser común entre los que nacen en lugares donde el oxígeno es «ralito» por la altitud; el corazón es un poco más grande de lo normal, para que pueda resistir el esfuerzo de bombear más oxígeno a la sangre (o aprovechar el que hay). Por lo menos esa fue la explicación que me daba mi padre, que era ingeniero civil, ingeniero mecánico-electricista y había estudiado unos años de medicina (hasta que un surmenage le truncó la tercera carrera). Es un honor que pienses y tengas en cuenta este pequeño escrito. ¡Abrazos limeños! 🙂
🙂
🙂 🙂
Escribiré algo Manolo, no me ocurre nada novedoso… intentaré ser la yo adulta y mesurada… 🙂
Escribir es ponerse al descubierto, hay algunos a los que nos gusta andar al sol. 🙂
No tanto Manolo, nos pasa como a GABO solo escribimos lo que queremos dar a conocer… Si yo te contara… pero no te contaré pro escrito 🙂
Es verdad eso, pero a veces se escribe más de lo que se quisiera y se lee también 🙂
Cierto Manolo, no puedo burlar tu experiencia. 🙂
A veces, si uno aprende, la vida enseña… 🙂
Aprenderé 🙂
¡Nunca paramos de aprender! 🙂 🙂
🙂 🙂
😀 😀 😀 😀