Pierce duerme tranquila sus catorce gatunos años, que según algún cálculo veterinario son unos setenta años humanos. El sol entra por la ventana y ella, estirada ha decidido dejar fuera a este mundo veraniego y soñar. ¿Con qué sueña la gata? Está tan tranquila que debe ser un sueño apacible y si pudiera sonreiría dormida, estoy seguro.
Tal vez en su memoria pasen imágenes de ratos perezosos, echada en un jardín o aquellas que desfilaban por la ventana de la sala y a las que ella no les daba la menor importancia.
Seguro que más tarde ocupará su sitio en una silla cómoda o encima de los periódicos usados que se acumulan sobre una caja de cartón. Lo hará para seguir durmiendo y en la madrugada galopar entre el cuarto y la sala, comer, tomar agua o acechar alerta y vigilante, casi como una esfinge, la oscuridad.
Pero ahora, mientras escribo esto, Pierce duerme sobre la alfombra ajena a lo que pasa. Por lo menos parece, pero la experiencia me dice que su sueño es ligero y se hace la dormida. Finalmente es verano, hay sol y siempre es bueno que piensen que se duerme, mientras la mente vaga sin rumbo ni control.
Saludes Pierce. Me gustan las gatas. 🙂
¡Miaus efusivos de Pierce!! 🙂 🙂
Manolo eres una persona llena de sorpresas, en cuanto estás poético, eres bromista. Miaus!!!! para Pierce.
Trato de ser divertido siempre… Lo malo es que no siempre soy poético…. 🙂