En estos días arrecia la publicidad navideña: qué regalar, donde está el mejor regalo… ¡hay que regalar! Y se pierde la esencia de la fiesta, convirtiéndola en una carrera por obsequiar lo más posible a la mayor cantidad de personas. Se cree que esa es la manera de celebrar.
Cada año posteo prácticamente lo mismo por estas fechas, sabiendo que mis palabras son una gota de agua en el desierto y están a contracorriente de lo usual. Si creemos en la Navidad como fiesta religiosa, lo demás sale sobrando. No se trata de dar la espalda a lo que es ya una costumbre y llevar la contraria, pero sí que pensemos en la raíz de todo esto.
Muchos regalos no hacen una mejor Navidad. La fecha está en el corazón y las sonrisas. Está en eso que no puede envolverse con papel de fantasía ni cabe en una caja.
¡FELIZ NAVIDAD!
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