Las hojas densas lo ocultaban de cualquier mirada. Tenía que tener cuidado porque no sabía qué podría encontrar entre las plantas.
De pronto, dos seres aparecieron y totalmente confiados, se acercaron a un árbol. La hembra cogió un fruto grande y rojo, ofreciéndoselo al macho. Él negó con la cabeza; ella se llevó el fruto a la boca y mordió. Volvió a ofrecer, mascando satisfecha. Él aceptó y dio un mordisco. De pronto se miraron y algo sucedió, porque ambos se taparon con las manos la entrepierna y corrieron perdiéndose entre las plantas.
Decidió que mejor era irse. Subió al vehículo y en un instante se convirtió en un punto de luz en el cielo.
Ellos, de entre las plantas vieron encenderse, en cielo que se ponía oscuro, una estrella.
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