Despertó sintiendo que era tarde.
La noche anterior se había olvidado de poner el despertador y se quedó dormido. Despertó y la sensación rara que le produjo el silencio de la normalmente bulliciosa vecindad, hizo que se alertara más, sentado en la cama. Bajó de esta para ir al baño y curiosamente, a pesar de la hora, estaba oscuro. Tal vez se había malogrado el reloj y era de noche o madrugada, por eso el silencio. Caminó unos pasos y accionó el interruptor de la luz: no sucedió nada, salvo el chasquido mecánico. Era un corte de electricidad, aprovechando las horas nocturnas seguramente; regresó hasta la mesita de noche y sacó la linterna. Pronto, el cono brillante, guio su camino y llegó al baño a orinar, sosteniendo la pequeña luz con una mano. Volvió al dormitorio y miró tras la cortina. Todo era negro afuera; ni siquiera se distinguían los contornos de las casas vecinas. Volvió para consultar el reloj, pero estaba detenido y marcaba las 11.00, o sea una media hora después de cuando se durmiera.
Totalmente despierto, iluminó afuera por la ventana, pero no se revelaba nada. El cono de luz se perdía en una profundidad que abarcaba arriba, abajo o de frente.
Le pareció tan raro, que decidió vestirse y salir hasta la puerta de la casa para ver. El silencio seguía y la linterna fue guiando sus pasos. Sacó el pestillo de cadena de la puerta y la abrió. Fuera no había nada. Solo oscuridad y vacío. La linterna fue recorriendo el espacio delante, arriba y a los lados. Solo estaba la casa, detrás de él. Entonces tuvo un escalofrío y sintió algo parecido al miedo. No podía saber que era el único ser sobre la Tierra, porque el Silencio y la Oscuridad se lo habían llevado todo, salvo a la casa y a él que dormía.
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