PÓRTICO


ORILLA DEL MAR

Nada se parece exactamente a lo que he visto antes.
Después de la oscuridad y los escalofríos, esa luz me cegó.
Después me levanté con cuidado de lo que parecía arena… ¡Es arena! Parece una playa y cerca debe estar el mar.
Tenía los oídos como tapados, pero ahora poco a poco oigo un rumor que debe ser de agua; he mirado para todos los lados y sí, el mar está ahí: manso, viene sin olas a deshacerse para regresar, humedeciendo la arena que brilla al sol, que curiosamente no quema a pesar de estar alto.
Es cómoda la temperatura y hay un aire que trae ese inconfundible olor que identificaría en cualquier parte.
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El último lugar que recuerdo es mi dormitorio; alrededor de la cama están mis hijos con los rostros llorosos. De pronto apagaron la luz y dejé de escuchar.
He despertado, es un decir, en una playa.
Sin embargo, ahora que lo pienso, me he muerto; o esto ha sido una pesadilla que se convierte en sueño. Porque en sueños he estado en lugares rarísimos e hice cosas insólitas, sin embargo nunca antes fueron tan palpables las cosas y tan claros el sonido y los olores. Camino hasta que mis pies se mojan y me doy cuenta que no tengo calcetines ni zapatos, pero sí estoy vestido con terno y tengo puesta una camisa blanca y una corbata negra. Parece que la arena no se queda en la ropa y es extraño, porque no dejo huellas.
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He caminado por la orilla y todo es igual: arena, agua, cielo y aire. No puedo ver un final y la orilla se prolonga indefinidamente. Ni siquiera me provoca quitarme el saco o la corbata. Me siento bien; en realidad me asombra, porque antes ya no podía abandonar la cama y tenía dolores que solo se iban por un rato con la pastilla blanca.
Para ser sueño, es bastante real; aunque alguno que tuve parecía durar, habían transcurrido solo instantes desde que comenzó. Este, en cambio, toma tiempo y no hay señales de haberme despertado.
¡Qué curioso! Hay un pórtico que está al borde del mar…
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Rodeo el pórtico y en lo alto, como quien va hacia el mar, hay una inscripción:
“Por mí se va a la ciudad del llanto; por mí se va al eterno dolor; por mí se llega al lugar en donde moran los que no tienen salvación; la justicia animó a mi sublime arquitecto; me hizo a la Divina Potestad, la Suprema Sabiduría y el primer Amor. Antes que yo no hubo nada creado, a excepción de lo inmortal, y yo duro eternamente. ¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza!”
Estigia no es una laguna, ni un río… ¡Es el mar!
Ahora falta que Caronte no venga…

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