EL SILENCIO Y LA OSCURIDAD


OSCURIDAD

Despertó sintiendo que era tarde.

La noche anterior se había olvidado de poner el despertador y se quedó dormido. Despertó y la sensación rara que le produjo el silencio de la normalmente bulliciosa vecindad, hizo que se alertara más, sentado en la cama. Bajó de esta para ir al baño y curiosamente, a pesar de la hora, estaba oscuro. Tal vez se había malogrado el reloj y era de noche o madrugada, por eso el silencio. Caminó unos pasos y accionó el interruptor de la luz: no sucedió nada, salvo el chasquido mecánico. Era un corte de electricidad, aprovechando las horas nocturnas seguramente; regresó hasta la mesita de noche y sacó la linterna. Pronto, el cono brillante, guio su camino y llegó al baño a orinar, sosteniendo la pequeña luz con una mano. Volvió al dormitorio y miró tras la cortina. Todo era negro afuera; ni siquiera se distinguían los contornos de las casas vecinas. Volvió para consultar el reloj, pero estaba detenido y marcaba las 11.00, o sea una media hora después de cuando se durmiera.

Totalmente despierto, iluminó afuera por la ventana, pero no se revelaba nada. El cono de luz se perdía en una profundidad que abarcaba arriba, abajo o de frente.

Le pareció tan raro, que decidió vestirse y salir hasta la puerta de la casa para ver.  El silencio seguía y la linterna fue guiando sus pasos. Sacó el pestillo de cadena de la puerta y la abrió. Fuera no había nada. Solo oscuridad y vacío. La linterna fue recorriendo el espacio delante, arriba y a los lados. Solo estaba la casa, detrás de él. Entonces tuvo un escalofrío y sintió algo parecido al miedo. No podía saber que era el único ser sobre la Tierra, porque el Silencio y la Oscuridad se lo habían llevado todo, salvo a la casa y a él que dormía.

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LA CHALINA BLANCA


NUBES

 Le habían dicho que si subía a la montaña podría tocar el cielo.

Y allí estaba, mirándola, ahora que anochecía y las luces, arriba, se encendían y todo se iba poniendo oscuro.

Cuando consiguiera subir, tocaría las luces que llamaban estrellas por la noche y arrancaría algodón de las nubes una mañana, para que su madre hilara y le tejiera esa chalina blanca que quería.

Pasó el tiempo y miraba a la montaña, a las nubes y a veces se quedaba dormido por las noches, cansado de contar los puntitos brillantes. “¡Mañana te traeré un algodón blanquito para que hiles y me tejas una chalina!” le dijo a su madre, porque esa madrugada había decidido emprender el camino.

Salió con las estrellas brillando todavía, sin que nadie lo viera y trepó por donde no había ningún sendero.

El día poco a poco fue ganando a la noche y borrando las luces de arriba. Se cansó, pero siguió subiendo; encima, sobre él, empezó a flotar el algodón maravilloso que había visto apelotonarse algunas veces. Seguiría adelante, parando solo para comer un poco del queso que tenía.

Subió el sol, atardeció y volvió la negrura y las estrellas. Se acurrucó como pudo y pensó que ojalá no se demorara en llegar hasta los algodones. Pensando en su chalina, se durmió.

 

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El bobo de la aldea se había perdido hacía días y lo encontraron muerto, como dormido y sonriendo. Estaba acomodado entre dos piedras; más arriba, en el cielo, las nubes eran negras y dejaban caer gotas de lluvia como lágrimas.

 

ALEGRÍA II


 

JUNTOS EN EL IPP 

 

Hace unos días cambié mi foto de Facebook por un fotomontaje que me hicieron hace años y recibí muchos likes y comentarios. Entre ellos, uno que me pareció muy divertido y que es el que ilustra este post. Sobre una fotografía que un ex alumno subió, otro puso una que me pareció sensacional.

Es curioso, pero todas son “contribuciones” de ex alumnos míos, una con diferencia de muchos años una de las otras. Eso me llena de alegría, así como los comentarios y likes. Demuestra que alguna huella quedó de nuestra relación maestro-alumno con muchos que me sufrieron en tantas partes y a lo largo de 30 años…

Siento gran alegría y quiero compartirla.

Tal vez no parezca importante, pero la vida está hecha de esas pequeñas alegrías que hacen salir el sol, que provocan sonrisas, que no cuestan nada y vienen de improviso. Uno hace lo que cree correcto, lo hace con cariño y este se ve multiplicado. Puedo decir que soy rico en alegrías.

Gracias a todos los que hacen posible que cada día florezca y dé color a mi vida; y en representación de ellos, a los que fueron mis alumnos y son grandes amigos: Manolito Reátegui (autor del primer fotomontaje),  Carlos Fuller y  Christian Mac Lean.

¡Qué alegría poder decirles gracias!

MANOLO COMO YODA

CONTRADANZA


PUESTA DE SOL

 El sol que se pone alarga las sombras de los que bailan, tejiendo arabescos casi imposibles en el suelo de tierra.

Ha terminado la faena y el cansancio se espanta con la elegancia de los movimientos que responden al cadencioso ritmo.

Mañana será otro día y mientras este termina, el baile, sin que ellos lo quieran, llama a los espíritus de la noche que se unen danzando silenciosos.

Bailan los esclavos negros y nadie sabe que es su manera de ahuyentar las penas, recordando la tierra que solo los más viejos conocieron.

¿ADMITIR ERRORES?: «¡DISCIPLINA COMPAÑEROS!»


PATADA DE ALAN

Dice que no es “su” plan de gobierno. Que el suyo está basado en los puntos que mencionó en la reunión del estadio Chamochumbi. Tal vez quiere que se piense que lo sabotean; que en su propio partido hay quintacolumnistas. O tal vez sucede que no admite equivocaciones (aunque haya hablado de un “autogol” como tiene experiencia en patadas) y que lo suyo es perfecto.

Su ego crecido lo está haciendo, por enésima vez, ningunear al partido que lo aupó hasta la jefatura. Por enésima vez repite la patada a los militantes para que no le hagan sombra. Este es el candidato que quiere irse por el tercer plato. Alguien debería hacerle y hacernos un favor, diciéndole claramente que este es un país democrático y no una monarquía, aunque el candidato siga cantando “El rey”.

EL BOTÓN NEGRO


genoma-2

Se había probado con plantas y animales mamíferos diversos.

La edición del genoma no solo era una quimera en la literatura de ficción y en las películas taquilleras sino una realidad que ofrecía mutaciones “a la carta”. Siempre se había escrito y hablado de los súper seres que eran figuras de historietas infantiles y sueño de adolescentes que se miraban al espejo imaginándose musculosos e invencibles, o bellezas a quienes la edad no corrompía.

Lograron chanchos que tuvieran más carne y resistieran mejor en cualquier clima; perros con una alzada apreciable y el instinto luchador desarrollado, huesos fuertes y músculos de acero; gatos que parecieran tigres en miniatura, de colmillos como navajas, pelo suave y cola poderosa como un látigo.

La imaginación se desbordaba en formas y posibilidades y los laboratorios no se daban abasto. Todo fue cambiando y especies nuevas echaron raíces, desplazando a las que cedían a plagas y necesitaban cuidado. Se multiplicaron los insectos y unos se comían a los otros como estaba prescrito. El cielo se llenó del vuela de aves extrañas, mezcla de loro hablador y paloma mensajera; aguerridos cernícalos del tamaño de águilas que podían levantar muchas veces su peso con las garras.

Solo quedaban intocados el reino mineral y quien promovía los cambios. El hombre era el desafío.

Y seréis como dioses”; la frase había sido título de un libro y dicen que la serpiente se la musitó a Adán en el principio.

Casi lo eran ya y solo faltaba auto modificarse.

Entonces, de pronto, llegó el viento impetuoso y los mares subieron impulsándose en olas gigantescas que lo arrasaban todo. Tembló la tierra y el cielo ennegrecido se rasgó en relámpagos. El tronido era ensordecedor y toda agua hirvió.

En la pantalla, el azul se salía de lo que fue una esfera casi perfecta. El robot dejó de oprimir el botón negro.