Quizá te acuerdes de la avenida Pedro de Osma, flanqueada por ficus añosos, de los que se desprendían unos gusanos peludos y negros, de cabeza roja cayendo inopinadamente sobre los hombros de algún desavisado transeúnte. Los ficus que formaban una especie de túnel, donde la neblina se acumulaba.
La avenida Pedro de Osma, por donde traqueteaba el tranvía, gris, jalando su acoplado, haciendo la bulla rítmica a la que nos habíamos acostumbrado tanto, que era parte de un paisaje sonoro que incluía los reclamos de las cuculíes y el vocear de tricicleros que compraban de todo y las escalas repetidas por el caramillo de esporádicos afiladores que empujaban su máquina: el armazón donde se sujetaba una rueda inmensa que un pedal primitivo de madera hacía girar para devolver a los cuchillos su capacidad de cortar, y que se “asentaban” en una piedra especial humedecida con un trapo.
Tal vez te pase como a mí, que estoy viendo la casa de la señorita Gallagher, en esa misma avenida, con su gran jardín enrejado, mientras yo llevo una esquela que mi madre le envía sobre una actuación del servicio social de la parroquia del padre Malpartida. Quizá me veas caminar hacia lo que yo consideraba la frontera entre Barranco y Chorrillos, mi frontera, un día de verano en el que no había podido ir a la playa.
Tal vez nos encontremos en Sánchez Carrión, que ahora es un boulevard alcohólico, de donde los vecinos deben haber huido espantados, yendo a Bolognesi, a la bodega del chino de la esquina.
Sé que si vamos por la Bajada de Baños, no nos encontraremos con el “Negro Camote”, porque a esta hora está ocupado de pasear su gorra del policía municipal que no es, en el mercado de Grau y que me cuentan que hoy suplanta un “supermercado”. ¿Qué podemos hacer con este Barranco que no es más, pero que llena los recuerdos con fiestas de carnaval, misa de los domingos en la iglesia del Parque, funicular y caminatas conversadas y largas?
En verdad no lo sé, porque ni tú, ni yo, ni ninguno de los amigos de ese entonces vivimos en Barranco, pero intuyo que si seguimos recordando podremos regresar a un tiempo que fue mágico.
Foto: Blog «Lima Antigua».
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