ESPECTÁCULO


Había hecho de su vida un espectáculo. Un espectáculo rentable, que le daba mucho más de lo que nunca imaginó.
Al principio fue difícil, pero se acostumbró a aprovechar las oportunidades al máximo y a colarse por cualquier resquicio; a sacar la cabeza, a estirar el pescuezo, a ponerse en primera fila; a llamar la atención.
Se volvió protagonista de portadas en revistas, habitué de programas televisivos, sujeto de chismes y trascendidos, habitante nocturno de fiestas y discotecas.
Se arregló los dientes; se cortaba el pelo, se lo dejaba crecer, rompía las reglas y conseguía invitaciones a cenar en restaurantes vistosos y caros. Era participante de cajón en las celebraciones más bullangueras y se dejaba fotografiar por todos, en todas partes y en todas las actitudes posibles, mientras más estrafalarias mejor.
Le pagaban por las entrevistas y le pagaban por servir de compañía vistosa. Le pagaban, como se le paga a un artista por su performance.
Cuando murió su madre, utilizó la noticia para ampliar su exposición. De vez en cuando aparecía peleando con alguien que también buscaba notoriedad, porque dos llaman más la atención que solo uno. Eso sí, se cuidaba de no aparecer en segundo plano nunca, por más importante que fuera el otro.
No se le ocurría enamorarse, porque eso era no pensar con la cabeza y pasar a depender de alguien, digamos que compartir protagonismo.
Estuvo todo lo que pudo sobre la cresta de la ola, surfeando, como tablista y cuidando de no zambullirse, porque intuía que eso sería desaparecer para siempre.
La zambullida vino bajo la forma de un cólico al que decidió no hacerle caso, para no perderse la fiesta de aniversario de una de las revistas que más fotos había publicado de cuanto evento asistía. En la fiesta, los dolocordralanes dejaron de enmascarar el dolor y se cayó violentamente. La ambulancia llegó a la clínica, pero resultó en vano.
Fue una nota marginal, para el volumen de información que había proporcionado a la prensa. Fue su última manera de hacer noticia, pero había terminado el espectáculo y de la peor manera: sin un solo aplauso.
TELÓN

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