PLAY IT, SAM!


PLAY IT, SAM!

La frase es dicha por Humphrey Bogart al pianista, en una célebre escena de la película “Casablanca”, de 1942 (errónea y popularmente se le adiciona un “again”, que en realidad no parece haber existido). Hoy vuelvo después de largas dos semanas de pausa anunciada, a publicar.

Menesteres de mudanza, que conllevan embalaje de cosas, desconexión de la red, desembalaje y vuelta a pedir conexión, han llevado este tiempo. Un cambio más en esta vida, en lo que lo único permanente es el cambio.

O sea que aquí estoy, nuevamente, dándoles la lata de lunes a viernes. El entorno ha cambiado y hay una ventana que mira al verde y a juegos infantiles. Pero en el fondo nada varió. Porque las ganas de hacer siguen y la necesidad de escribir también. Supongo que esas son características de saberse vivo.

Bueno pues, aunque internamente sigamos igual, el derredor está lleno de nuevas (y bastante malas) noticias. Parece que es una constante. Por más que se trate de mirar el lado bueno, el otro platito de la balanza parece pesar más, o por lo menos tener mayor prensa. Es cosa, creo, de irse acomodando nuevamente para ver el río de los días pasar. Y si bien es cierto que uno nunca se moja los pies en misma agua de la corriente, toda parece ser uniforme. El mal continúa su pelea contra el bien, con abrumadoras posibilidades de ganar, por lo menos alguna batalla, porque confío en que el bien se alzará con la victoria final.

Hola a todos, gracias por leer y déjenme decirles que los extrañé mucho.

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PAUSA


PAUSA

A veces es necesario detenerse por una u otra cosa.

En un par de semanas (o un poco menos) estaré de vuelta.

Nada grave, nada extraordinario pasa. Es nada más que una pausa momentánea.

Gracias por leer y gracias siempre por sus comentarios.

Volvemos a encontrarnos en unos días…

Abrazo,

Manolo.

¿MANOLO?


01-1948- Barranco-001 - copia

Mi amigo me pregunta por qué firmo así y no con mi nombre, que es Manuel o no uso nombre y apellido.

Ensayo una respuesta: detrás de un nombre suele haber una o muchas historias y para mí, Manolo es como me llamaron siempre. A veces algún amigo me dice Manuel María (mis dos nombres “de pila”), pero prácticamente nadie usa el primero; soy Manolo, a secas; fruto, supongo, que de los años de repetirlo y escucharlo. Me reconozco como Manolo y más de una vez un cheque a mi nombre no pasó, porque en lo que fue libreta electoral y ahora es DNI, dice Manuel María Echegaray Gómez de la Torre y no existe un Manolo. Digamos que hay un Manuel oficial y un Manolo de entre casa, familiar; digamos cariñoso.

Es cierto que con los años tuve otros sobrenombres, que por lo general duraron poco, saliendo a flote, terco, un Manolo que se negaba a desaparecer. Para mi tío Pancho, fui Lolo. María, la mítica empleada de casa de mi infancia, me llamaba Coquito (supongo que por algún corte de pelo drástico); para algunos compañeros de colegio soy el Chato (1.60m. no es para alardear de ser muy alto). Algún sobrenombre más debo haber tenido, pero Manolo es la constante.

A veces un Manolito diminutivo (por cariño o tamaño) se suma, pero sí, cuando no es “oficial” (para evitar problemas) firmo Manolo.

Será porque lo siento más cercano, más sencillo y común, más mío. Será tal vez porque Manuel que viene del hebreo y significa “el Dios que está con nosotros”, me parece tan grande o es que trato de cumplir el mandamiento de no llamar Su Nombre en vano…; no lo sé. Manolo me acomoda mejor.

Tal vez ninguna de estas “respuestas” sea válida y haya otra interpretación; bueno pues, a Manolo solo le importa que lo quieran y es lo que siempre le importó: querer y que lo quieran; no como un toma y daca sino como un abrazo de corazón a corazón.

LA SEGURIDAD JA JA


LA SEGURIDAD JA JA

RAMILLETE

En un canal de televisión vi algo que me pareció divertido pero que retrataba lo que parece ser la seguridad, la importancia que se le da y cómo, si al más alto nivel las cosas son así, es preferible no imaginar lo que quedará para el resto (o sea, nosotros).

Parece ser que en la madrugada del 28 de julio, bien cerca de donde andaría el presidente de la república esa mañana, en el  jirón Junín, se realizaba una fiesta de matrimonio. Fueron entrevistados algunos asistentes al convite e inclusive la novia, muy vestida de novia, al ser preguntada, dijo que esperarían al presidente.

El reportero rió y se asombró, enseñando la cantidad de pases y autorizaciones que requería cubrir el evento noticioso (lo del aniversario patrio, no la fiesta de casamiento, por supuesto), comparándolos con el simple parte matrimonial que habría servido como pase a los festejantes. En realidad no sé si da risa o un miedo enorme.

¿Cómo en una zona que se supone es ABSOLUTAMENTE SEGURA Y RESGUARDADA puede haber una fiesta solo horas antes que el presidente, ministros y autoridades pasaran por ahí? ¿Es que los responsables pensaron que una celebración (con tragos) no era un problema o les aseguraron que terminaría temprano? ¿Dónde estaban todos los que resguardaban la Plaza de Armas y lo que iba a ser el trayecto de ida y de venida? De pronto me equivoco y todo fue una broma.

Lo tremendo es que la seguridad es la quinta rueda del coche y tal como está, no creo que sirva ni para repuesto.