Unos no parecen ver bien y los otros no son.
Lo tremendo es un resultado que redunda en desmedro, perjuicio, detrimento y desastre para la población. Esa población que en Lima, por ejemplo, teme salir a las calles, asomarse a la puerta de sus casas y llevar una vida normal, porque el peligro acecha y cuando el peligro es momentáneamente conjurado por la policía, el asunto es tan momentáneo que instantáneamente vuelve a ganar las calles, inexplicablemente liberado. Una terrible cifra dice que el 95% de los delincuentes capturados en dos meses en Lima, han sido liberados porque los “bizcales” no ven bien y los “fueses” no son.
Y es a la policía a la que se le responsabiliza de esta situación. A una policía que cumple con su deber y que se indigna con lo que está pasando. A una policía que ve que su trabajo queda trunco, que lo realiza con riesgo de la vida (hay policías muertos en acción protectora de nuestra sociedad), y se estrella contra una justicia que por ser ciega ha perdido el camino.
Esto no puede ser posible. No puede suceder, pero sucede. Si te vi, no me acuerdo; tampoco vi las pruebas y no puedo juzgar si no hay acusaciones. La pelota rebota y se sopla la pluma: nadie tiene la culpa; ni “bizcales” ni “fueses”.
Hoy vemos aterrados como, quien debería responsabilizarse, sale por la tangente, mira para otro lado y queda tan tranquilo. Algo más anda mal en el país. Algo que suma y sigue. Decirlo no es noticia y afirmarlo avergüenza. Mientras tanto hay que sortear las balas, no salir por las noches y cuidarse en las calles. Los delincuentes saben que cuando los detengan, no les pasará nada; saldrán libres al toque y hasta el próximo asalto. No servirá de nada la flagrancia, ni todas las imágenes que se ven en TV; la impunidad campea y a veces uno piensa que es que detrás hay algo: “padrinos”, “mermelada” o ve a saber qué cosa.
Es tiempo de parar esta ola maldita, este tsunami mortífero y turbio; que los que son ciegos lo vean y que los sordos lo oigan. ¡Que se cumpla la Ley! Necesitamos jueces y fiscales valientes, que se jueguen enteros por hacer su trabajo. Tenemos el derecho, porque somos peruanos, ciudadanos y humanos. Estamos absolutamente hartos.
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