Otra vez.
Ahora está llenando de piedras la playa La Pampilla. Sigue avanzando contra viento y marea, creyendo ganar puntos (léase votos) con el oleaje anómalo anunciado por la Marina. Para peor, su “empedramiento” no tiene permiso de esta institución para ser efectuado. Según las noticias se ha presentado un expediente, pero de autorización, ñanga.
Dice que las rocas y el desmonte que anulan la playa, protegerán el polémico carril adicional de la pista que va por esa zona de la Costa Verde. Sin embargo parece que lo único que hará esta medida “picapiédrica” será modificar funestamente lo que alguna vez fue una playa para bañistas, deportistas de tabla hawaiana, público en general y anularla, privilegiando a los automovilistas. Como de costumbre, es cosa de subir la ventanilla del auto y pasar a toda velocidad, ignorando totalmente a la naturaleza y a las protestas ciudadanas que tratan de protegerla.
Luis prefiere las “obras” al arte citadino, a la naturaleza y a todo lo que signifique humanidad.
Adiós Costa Verde, adiós árboles, adiós Río Verde; hola by-passes y caos en el tránsito…
Hemos visto como la policía arremetía contra quienes protestaban y a una fiscal que decía que estos violaban la ley y podían ir presos. Ojalá que no sea la misma policía que sembró un “miguelito” para incriminar a un manifestante en otra zona del país y al que patearon y rompieron un brazo. Ojalá que no sea una fiscal como los que hemos visto. Ojalá, porque a estas alturas, con los antecedentes y el alcalde que hay, no se sabe.
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