Hay una guaracha que cantaba el “Trío La Rosa”, cubano, titulada “La fiesta de los ratones” (www.youtube.com/watch?v=qqra7rDENgw ), que narra lo que espero no sea una premonición de lo que aquí suceda.
En la canción, con la bulla, aparece el gato que toca la puerta y le abre un ratón, que borracho, lo reta a comérselo y le dice otras cosas, pero en esencia es que venga y se lo coma. Pasada la borrachera, el ratón arrepentido le pide al gato que no haga caso a sus bravatas, que estaba borracho y a estos no hay que creerles.
Es que somos bulleros y podemos atraer al gato. Podemos retarlo y bravuconear y pueden pasar dos cosas: o el gato nos come, o viene y nos cría para comernos después.
Si el gato toma el control, LO TOMA. Sin miramientos, sin hacer ascos. Acaba con la fiesta y se da un banquete.
Lo hemos visto y vivido ya. Siempre hay algún ratón que borracho, o creyendo inocentemente que él va a mejorar, llama al gato y lo reta, o lo que es peor, lo invita a la fiesta. Después no vale de nada el arrepentimiento. Bueno, vale un eructo satisfecho del gato.
Ojo con la fiesta y la borrachera, porque siempre hay un gato fuera, esperando comerse la torta y a los ratones.
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