De pronto empezó a sonar en mi cabeza el famoso tema de “Los Saicos”, de allá por el 64. Lo hizo cuando leí las declaraciones de María Antonieta de las Nieves, “La Chilindrina”, sobre los amores de Florinda Meza, la “Doña Florinda” de la vecindad del “Chavo del Ocho”.
Lo que era una especie de río subterráneo, de pronto brotó con la fuerza de un géiser. Por lo menos uno de los chismes de trastienda del entrañable programa televisivo, saltó, fue hiperventilado por la inocente y eterna niña de las pecas. Rápidamente los medios viendo una “noticia” jugosa, la esparcieron y de repente, la estatua de un “Chespirito” que está en el corazón de generaciones, se desmorona. El equivalente a una carga de dinamita hace que se vea a un Roberto Gómez Bolaños diferente al buen “Chavo”, un “Chómpiras” dominado por “Chimoltrufia” y absolutamente resignado a ser solo una figura de la televisión, de mentira, de cuento. La inocente compañera de juegos del niño que vivía en un barril, hace lo que cree que es un acto de justicia: dispara, dándole al que ya se ha ido y quiere envenenar con la imagen de una especie de pusilánime que en la privacidad “se deja”.
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