DECIME PEPE


PEPE MUJICA

Tener a José Mujica de presidente de la república debe ser como si tu vecino de al lado, tu compañero de carpeta o tu mejor amigo, fuera presidente.

Es un presidente de entrecasa, con zapatillas y sin complicaciones.

Seguramente muchos no concuerdan conmigo, porque “la majestad presidencial se ve vulnerada” y porque en política, los demás suelen estar en la otra orilla. Mujica no solo no es el presidente latinoamericano clásico (en realidad no me parece que exista en ninguna parte un presidente así), sino que no contento con destrozar esquemas, demuestra que le importan un carajo el boato, las plumas relucientes y las venias. Chofer de su VW escarabajo usado, se pasea descaradamente por los pasillos del poder, asustando a polillas y dejando las huellas del barro de los días.

Seguramente tiene enemigos y no es que guste a todos, especialmente a esos que opinan que en esa facha y sin corbata no puede representar a su Nación.

No sé, pero creo que si hubiera muchos Pepes y Juanes, muchos Pedros y Claras presidiendo países, el asunto sería diferente.

Dicen que es un “fenómeno mediático” y me parece que es un fenómeno a secas. Uno de esos seres que se dan cada tanto y que los uruguayos tienen mucha suerte en tenerlo.

Ser tú mismo” es un pecado, sobre todo si eres presidente, porque debes guardar las apariencias, sonreír, contestar educado y no quejarte si te duele el estómago.

Ser tú mismo” te va a hacer correr riesgos, pero valen la pena si en ti mismo, se reflejan los otros.

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