Los sabores tienen colores que estallan en el paladar y suben, proyectándose y tiñéndola, a la imaginación.
La piña tiene sabor a sol: esa luminosidad amarilla que nos invade y provoca la alegría de estar vivo. El sabor de la lúcuma, lo decía Martín Adán, es opaco y pienso que las naranjas hacen honor a su nombre y tienen ese sabor: magenta y amarillo al mismo tiempo. El de la canela me recuerda a la infancia, como el del clavo de olor y el punzante sabor de la pimienta y también el sabor a vainilla: son colores de confianza, de casa, de familia, lo mismo que me produce el amable sabor del chocolate.
¿Y el sabor del café?: tiene el color del tiempo.
Las mezclas de sabores me dan nuevos colores y de pronto me encuentro sumergido en una sinfonía cromática difícil de describir con palabras. Supongo que es lo mismo verbalizar la música, explicar un acorde.
Creo que el blanco es el sabor del hambre y el negro el color que pinta los excesos.
Me encantó la descripción de los colores de las frutas, así como el color verde invita al relax, el lila a la meditación, con el dorado evoco a las aureolas de los santos, el anarajado ó naranja me dan luminosa alegría. En Arequipa pasar por la calle San José te provocan los chocolates de La Ibérica, cuando vivía en Arequipa allí quedaba la fábrica de chocolates, no sé si aún continúe en el mismo lugar.
Hola Primo,Me lo robé para el facebock, te hicé un comentario en el artículo, espero que tenga tu aprobación.Cariños,Rosa
Date: Fri, 21 Nov 2014 13:17:43 +0000 To: rosmargdelatr@hotmail.com
¡Claro qué sí, prima! ¡Mil gracias por reproducirlo! 🙂 🙂