Hoy hace un mes seis estudiantes normalistas fueron asesinados (uno de ellos, desollado) y otros 43 fueron desaparecidos en Ayotzinapa, estado mexicano de Guerrero. Iban a boicotear un acto público de la esposa de José Luis Abarca, alcalde de la localidad, y a recaudar fondos para actividades políticas. Por mandato de Abarca la policía local los reprimió a tiros, para luego entregarlos a sicarios de los narcotraficantes Guerreros Unidos. Según varios testimonios, los jóvenes fueron quemados y enterrados en fosas clandestinas. Hoy sigue sin confirmarse dónde están. Lo único claro es que este crimen de estado rebasa todo lo imaginable. El poeta Javier Sicilia, cuyo hijo fue secuestrado hace dos años y luego asesinado, le pone nombre a lo innombrable: “Cierro los ojos y miro a mi hijo, ese muchacho noble. Con su angustia, aterrado, esperando que unos tipos lo vayan a matar. Ese instante me duele mucho, en el que uno que se parece…
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