DONDE LAS VACAS ACUDEN CUANDO LAS LLAMAN POR SU NOMBRE


VACA COLPA

En “La Colpa”, las campesinas llaman a las vacas por su nombre y ellas, dócilmente acuden para ser ordeñadas.

Esta es una curiosidad de lo que para mí, desde la primera vez que estuve allí, hace ya mucho tiempo, es un verdadero ejemplo de laboriosidad.

Llacanora, donde “La Colpa” está, queda en Cajamarca, Perú, bajo un cielo de ese azul serrano increíble que contrasta maravillosamente con el verde del campo, que varía en tonalidades de acuerdo a los cultivos.

La primera vez que fui a Cajamarca, me llevaba el encargo de escribir guiones para documentales que haría el Gobierno Peruano (en el primer gobierno de Alan García). Tres guionistas contratados por Foptur, nos “repartimos” el Perú y a mí me tocaron la sierra norte y sur. Fue una época maravillosa de viajes y conocimiento. De disfrutar y registrar fotográficamente lo que podía ser parte del guión para cada lugar. Fotografías que ayudarían a conformar una especie de “story board” que serviría para facilitar la filmación posterior. Viajé, conocí, fotografié y escribí guiones para Cajamarca, Arequipa, Puno, Tacna y alguno más que no recuerdo bien. Los documentales nunca se realizaron y de seguro los guiones y las fotografías se perdieron entre el polvo de un archivo oficial o fueron a parar a la basura.

Pero lo visto y lo vivido no me lo quita nadie.

Ahora, después de tanto tiempo, realizo que fue una magnífica manera de acercarme a parte de mi país y ver lo que otros muchos ojos no verían.

Como me he mudado muchas veces desde entonces, las fotografías están guardadas en sobres, en alguna caja cuyo paradero en este momento es una incógnita para mí. Me he prometido muchas veces buscarlas, no por su valor artístico, sino que documentan una etapa que borbotea de recuerdos, con los que me contento, pero me falta un complemento gráfico en momentos como este, en que quiero contar que mi país es más que Machu Picchu, que es de una variedad tan inmensa que dudo que alcancen una o cien vidas para verlo completo. Recorrerlo es viajar por el tiempo, es montar en una máquina maravillosa y convertirse en coleccionista de colores, de sonidos, de ocasos que arropan y amaneceres que prometen, de gente que sonríe a los días, de cerros majestuosos, desiertos inmóviles, bosques impenetrables, lagos que son espejos en los que los paisajes se miran y un mar que anuncia aventureras travesías.  Las palabras no bastan para decir qué es el Perú: a mi patria hay que verla, hay que vivirla como un niño curioso que encuentra a cada instante mucho más.

Es como los primeros amores que no se olvidan nunca.

 

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«GALLINA QUE COME HUEVO, AUNQUE LE QUEMEN EL PICO»


PAPEL HIGIÉNICO- GALLINA

Para algunos de quienes vivimos las dos alcaldías anteriores en Lima del que seguramente repetirá el plato, su estilo no trae nada nuevo: cemento (“obras”), silencio y “gerencia pragmática”. Todo esto lo vivimos ya con las consecuencias que se conocen. Sin embargo, lo más posible es que sea elegido nuevamente por una mayoría que prefiere el cemento a las ideas, la gerencia pragmática que trae ganancias colaterales y sobre estas últimas, el silencio.

Es como si se prefiriera comer a ser libre. Lo urgente y visible, importa más que lo necesario.

La vieja práctica de sembrar cemento y ladrillos para hacer “obra” duradera y físicamente comprobable, volverá: lo ha dicho en su campaña insistentemente, mientras el tránsito seguirá siendo un caos creciente y las nubes encubridoras taparán a un logotipo solar. Vuelve la cacofonía cuando empezaba la música.

De pronto estoy errado y me equivoco, pero dos períodos con similares resultados y la perspectiva de uno tercero, confirman el viejo dicho: “Gallina que come huevo, aunque le quemen el pico”.  Dios nos coja confesados.

MIRANDO AL FUTURO


OJOS PROPIOS

Mi amistad con Andrés data de hace años.

Fotógrafo enamorado de las imágenes que dicen más que las palabras, a su calidad profesional inmensamente reconocida, suma un proyecto que es una realidad incuestionable y que está logrando algo que es inusual en el Perú.

OJOS PROPIOS” hace que nos miremos a nosotros mismos y les digamos a los demás cómo somos, cuales son nuestros sueños, cual nuestra cotidianidad.

Enseñar que la fotografía es la manera de contar las historias que están ahí, que es el modo de visualizar nuestros miedos y espantarlos o alentar las esperanzas es lo que Andrés y “OJOS PROPIOS” hacen con quienes no tienen voz y están perdidos en las sierras difíciles, patean piedras en las calles de tierra de barrios olvidados y sin embargo tienen mucho qué decir.

Enseñar que una sencilla cámara fotográfica puede cambiar la vida de una persona y de su entorno sin importar la edad que esta tenga; ayudar a descubrir que la belleza se esconde detrás de cada instante y que el tiempo detenido en las fotografías no solo perenniza sonrisas   y cuenta las historias, sino que es documento y puede ser protesta.

OJOS PROPIOS” lo único que busca es que el hombre sea humano; sea protagonista, se mire, mire a su alrededor y descubra que el otro está ahí. Que el otro es uno mismo y hay mucho por contar.

Andrés y “OJOS PROPIOS” están enseñando a que el peruano no solo “vea fotos” sino que aprenda que es sencillo tomarlas y use la fotografía para contar a los demás su vida.

Andrés es sembrador y la semilla de “OJOS PROPIOS”, que crece y que está dando frutos, merece el reconocimiento, la gratitud y nuestra ayuda para seguir sembrando.

Con nuestros propios ojos miremos el futuro y veremos que sí hay esperanza.

CARTA HARVARD OJOS PROPIOS

 

http://www.ojospropios.pe/

 

KE ZUERTE¡


GANASTES

La realidad supera a la ficción y nuestras peores pesadillas son un chancay de a medio* al lado de lo que sucede.

No es raro que andemos a la cola de todo y hasta la economía que caminaba en alza, se cae en nuestro país.

El vale ganador de un “raspa y gana” proviene de la cafetería de una universidad limeña. Una universidad privada, cara y que apuesta evidentemente, por dar una educación de calidad.

Que en una universidad no se sepa lo que pasa en su cafetería (aunque la tenga un concesionario) al extremo de emitir un impreso (con logotipo y todo) con un error ortográfico así, nos dice que de pronto no debe saber bien lo que sucede en aulas, cursos y etcétera.

Ganastes” es un error común cuando se habla y esta es una prueba de que se escribe como se habla: mal. El tema es peor si proviene de una universidad, aunque el autor sea un concesionario. Hay algo que se llama “control de calidad” y aquí parece que la calidad no tiene control alguno.

¿Qué hacer en un mundo donde las universidades te anuncian que “ganastes”, decimos “vistes”, “estábanos” y nos acostumbramos a hablar y a escribir destrozando el idioma y nadie nos corrige?

Este es un “tema menor”, un accidente; de repente un error.   Pero es un ejemplo de lo que está pasando y una muestra para que después no nos quejemos si se fabrican títulos en Azángaro, se miente en los CV´s, se dice haber estudiado en sitios que no existen y estamos como estamos.

Construimos nuestra propia desgracia y como dicen “no es moco de pavo”.

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*”Chancay de a medio” se refiere al precio antiguo y hoy imaginario (0.5 centavos de sol) del pan dulce llamado “chancay”.

¿A LA CAZA DEL GENERAL?


Miratelescopica

En este mundo “deportivo” donde la cinegética se ha convertido en un preciado pasatiempo, me parece que le ha todo el turno al general (r) Daniel Mora. “Es la hora de Mora” parecen haber dicho en algún sitio  y la jauría ha salido a correr detrás de él.

El tema me suena a sospechoso porque Mora está detrás de una polémica ley que pisa callos y desnuda ambiciones: esto podría ser la consecuencia, sobre todo si el congresista ha respondido, aunque un poco molesto (me molestaría que duden de mi honor si no hay nada velado ni vedado).

No quiero decir con esto que el periodismo de investigación no pueda y deba cumplir su función, porque gracias a él la ciudadanía sabe mucho que de otro modo sería muy perjudicial y por eso se oculta.

Sin embargo el reportaje propalado, parece que diera el hecho que se imputa por cierto. No puede ser que el periodismo sea juez. Debe exponer los hechos de modo que no sesgue lo investigado. Las personas tienen derecho a saber, pero también tienen el derecho al honor. Todos somos inocentes mientras la Justicia no determine lo contrario.

 

 

SIN VALOR ALGUNO


 

TIRO

Atraparon a tres adolescentes que iban a matar a una mujer. Todos los medios en Perú lo han publicado y se ha comentado extensamente, recabando la opinión de especialistas. El hecho de por sí no solo es chocante y parece salido de una mala novela, sino que retrata una realidad que no queremos ver y que sin embargo es común.

El hecho salta a los titulares, porque en un país donde el sicariato resulta cosa corriente y una manera de ganarse la vida que los asesinos por encargo sean menores de edad, hace sonar un timbre de alarma sobre el modo como construimos la sociedad. Se dirá hasta el hartazgo que lo sucedido no es posible en una sociedad que se tome por tal; que los culpables son los padres, la situación, el desamparo, la ambición, la falta de escrúpulos… Todo está bien y es cierto, pero la raíz, creo yo, es la falta de valores que poco a poco nos invade. Si el valor supremo que es la vida no vale nada o “un sencillo”, no habrá ningún otro del que echar mano.

Ni las penas más duras arredran a quienes infringen la ley y el tema de hacerlo no es privativo de los delincuentes comunes. Lo vemos a cada rato. Somos testigos de un veloz desmoronamiento que no distingue nada.

Los adolescentes-sicarios son un síntoma de la tremenda enfermedad que sufre el Perú: se ha desvalorizado todo.

Es algo que debemos enfrentar porque el asunto no da más. El médico nos dirá que el remedio está en nosotros y aunque la curación sea lenta y trabajosa, hay que empezar ahora.  “Sembrar valores” tiene que dejar de ser una frase y convertirse en algo cotidiano y general. Cada uno de nosotros, los peruanos, tiene la responsabilidad de hacerlo.