Hoy termina el segundo mes del año y entra marzo, sin pedir permiso, pero con el anuncio de los calendarios.
El tiempo no se detiene y en el espejo retrovisor podemos ver oportunidades perdidas, éxitos un poco apolillados y una larga fila de esas pequeñas cosas que sucedieron y que conforme adelantamos se empequeñecen más.
Delante empieza el futuro incierto y hacia él nos lanzamos para hacerlo presente y convertirlo luego en hojas de almanaque, de esos que señalan los días y que al final del Año caen como confetti de las ventanas altas.
Casi sin darnos cuenta, el verano camina hacia el invierno y el sol dejará su lugar a las chalinas y la llovizna reemplazará a la playa. Sucederá lo de todos los años, con las llamadas de atención -las noticias- que visten un poco diferente a lo que está sucediendo y es habitual.
Ya estamos en marzo y uno se hace más viejo; hay vidas que comienzan y esperanzas que brotan como hongos luego de una lluvia. ¡Es la vida!
Por lo mismo pasaron muchos otros, tejiendo con hilos de colores la alfombra que venimos pisando y que se desenrolla al avanzar.
Hoy que empieza marzo doy gracias porque comienza un mes y también porque termina otro. Doy gracias porque aún sigo aquí con mi hilo de color para tejer la alfombra de los días.
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