Hoy, mi amigo el Chambo me ha invitado cerrar un ciclo.
En su refugio de Mala, plantaré un árbol y así habré completado un ciclo de vida (sin necesidad de morir, claro). Tengo dos hijas, he escrito un libro y gracias a mis amigos (porque uno me llevará y alguno que otro estará allí) voy a plantar un árbol.
Es curioso, pero he esperado este día como uno espera la llegada de algo nuevo, que operará un cambio importante. Sé que es sólo mental, pero en mi cerebro hay una nueva lucecita encendida.
Es cuestión de actitud, me dicen todos y yo trato de enfrentar cada instante lo mejor posible. A veces, a pesar de la ayuda de muchos, me quiebro un poquito, pero rápidamente me recompongo. Especialmente cuando escucho la voz de mi mujer, de mis hijas, de mi nieta. Cuando escucho el balbucear insistente de mi nieto pequeño pienso que tengo mucho. Que otros están peor que yo y definitivamente abandonados. Entonces, como ya dije, me recompongo y pienso que hay Alguien mucho más grande que yo, que está velando y cuidándome. Eso me da valor y sé que lo mío es pasajero y que tengo que poner alguito de mi parte.
Por eso hoy voy a ir a “La Estancia Gozosa”, voy a sembrar un árbol y disfrutar con los amigos y mi mujer de este fin de ciclo.
¡Curioso! A mí que nunca me gustó lo verde, a extremos de no comer verduras (fobia que se mantiene desde chico, no sé si por ignorancia o por terquedad), termino plantando un árbol y cumplo un ciclo, para iniciar algo nuevo.
Hoy, vendrán por nosotros y por una vez más extrañaré a mi padres que no verán este acto simbólico directamente. Pero sé que ellos me estarán acompañando, porque siempre les gustaron las cosas bien hechas y terminar lo que empezaban. Cumplir los ciclos pues.
Debe estar conectado para enviar un comentario.